Abue, luego nos vemos
No es grato escribir
sobre sucesos que implican tristeza pues como se dijo “recordar es vivir” y
recordar una tristeza es volverla a vivir por mas que haya pasado el tiempo o
por mas que se crea superado…
Mi abuela –Mariela
Prado Gonzles-, desde donde puedo evocar recuerdos, siempre estuvo presente en
mi vida. Durante mi niñez, hizo parte esencial en mi crianza tanto personal
como educativa, aunque algo conservadora, siempre con el fin ultimo de querer
hacer de mi un joven lleno de valores y buenos modales; mantenia constantemente
con ella, de arriba pa’ abajo como tan concurridamente se dice, , hablando,
contandome historia sobre su vida y sobre la familia en general especialmente
de mi mamá, alguna veces regañandome otras simplemente peliando y muy pocas en
donde no nos dirigiamos la palabra por una de mis rabietas y ella actuaba como
si no le importara y yo haciendome el orgulloso. En la epoca del florecimiento hormonal,
la rebeldia mas grave, las decisiones apresuradas e inconcientes, en fin, me
distancie un poco de ella, pues mantenia mucho mas tiempo con mis amigos, hacia
cosas que sabia que de alguna manera no le iban a gustar, le llevaba la
contraria en todo e igualmente ya no podiamos salir con la misma constancia con
la que lo haciamos antes porque las enfermedades le habian tocado la puerta.
Mi abuela dada la
edad que tenia comenzo a presentar diferentes enfermedades que la fueron
deteriorando poco a poco tanto fisica como espiritualmente pues sus ganas de
vivir cada dia fueron disminuyendo. Por un lado, los problemas en los huesos
que presentaba desde muy joven se incrementaron y los dolores cada dia eran mas
fuertes y los dias acostada en una cama cada vez mas eternos. Por otro lado,
una bacteria en la sangre afecto sus riñones y pulmones. Asi, la esperanza de
vida era cada vez menor.
Aquel 16 de
septiembre del 2014 lo que no queria oir llego a mis oidos, habia fallecido.
Creo que nunca voy a superar su muerte pues cada vez que la recuerdo es como si
la estuviera volviendo a ver en aquel cajon con los labios rojitos, los pomulos
rojitos pero sin ella estar ahí.
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