Recuerdos que no
tienen olvido
“Recordar es vivir”
cobra sentido cuando un día cualquiera entro a un salón y me enfrento a un
trabajo final. El cual va mas allá de un salón o una universidad, no se limita
a un proceso académico sino que se extiende a sentimientos que he querido
guardar. Escribir sobre la vida de uno cuando los puntos, las comas y las ideas
retumban en la cabeza para que los sepas utilizar no es fácil y creo que nunca
lo sera. Sin embargo, lo importante es aprender lo mas que se pueda y
atreverse. He aquí unas silabas, una crisis y un dolor que dejaron en mi
grandes huellas.
Aquellas silabas
- Mi mama me mima
- Madre ¡el niño ya aprendió a leer!
Ni mi mamá me sabría decir, ni yo soy capaz de recordar cómo veía aquellas primeras letras, a lo mejor pensaba que eran simples dibujos, o quizás, simplemente no pensaba nada y más bien, dicho por mi mamá, me dejaba llevar por los llamativos dibujos de aquel libro Nacho Lee.
Me atrevo a suponer
que se me hacían muy extensas aquellas horas en las
que el tema era aprender a leer, mi fuerte nunca ha sido la memoria y recordar
cómo se pronunciaba aquellos garabatos era mi mayor problema en aquella época.
"Te preguntaba que dice ahí y me quedabas mirando con la mirada del no
se" me cuenta mi mamá.
En el colegio la
historia era otro cuento: las muecas de la
profesora, gestos y cuanto recurso didáctico se le ocurría para hacernos
entender de la mejor manera era algo muy gracioso pero muy eficiente a la vez,
y en efecto, logro hacernos aprender. Así, entre practica y práctica, entre
regaño y regaño, la memoria me fue mejorando poco a poco y comenzaba a recordar
cual letra era la señalada, como se pronunciaba por si sola y como lo era
cuando le seguía otra.
Cada vez era más la
práctica por leer, pero no esa práctica obligada porque si no me regañaban, no,
de esa no, era una necesidad infinita de leer todo lo que se atravesaba a mi
alrededor a pesar del constante tartamudeo y los silencios un poco prolongados
mientras revolcaba en mi memoria que letra era esa y aunque no supiera que
significara o que se quería decir, era inevitable no hacerlo.
Este última tipo de
práctica me fue muy útil, poco a poco el
tartamudeo era menos y los silencios más cortos...
Aquella crisis
"Ma,
quiero esto" "Ma, quiero lo otro" fueron frases muy utilizadas
por mi durante mi niñez y que en su totalidad se concebían; criado en un
entorno un poco lujoso, mi vida hasta unos años nunca supo lo que era una
necesidad. Tenía a mi alrededor todo lo que quería y lo que no, era cuestión de
pedirlo y al otro día ya estaba ahí; aclaro de antemano que no era un niño
caprichoso o berrinchudo coloquial-mente hablando, lo que pedía lo requería de
verdad o me lo había ganado por mis buenas calificaciones, comportamiento etc,
no niego que como todo niño me antojaba de cosas pero creo que merecía que me
las dieran. Vivía en un vecindario donde el silencio y la tranquilidad
prevalecían, con un parque recreativo muy cerca, una piscina que podía mirar
desde la ventana de mi cuarto y amigos con juguetes y modales como
los míos. Acostumbraba a ver los buses que pasaban por mi casa pero la
vista era el único contacto que tenia con estos, mi medio
de transporte era el carro de mi papá. En fin, gozaba de buenas comodidades y
una economía familiar solvente.
Esta vida que podría ser considerada como perfecta no me iba a durar mucho. El negocio familiar, una cadena de super mercados, se comenzó a venir a pique cuando las malas decisiones y la mala administración fueron el pan de cada día de la familia.
A raíz de ese suceso los cambios que se vinieron fueron diversos y de gran magnitud. Los antojos que tenia comenzaron a disminuir porque ya no se me cumplían en la misma medida. El traslado a otro barrio quizás fue uno de los mas fuertes, dejar a muchos de mis amigos y encontrarme con personas un poco distintas a lo acostumbrado fue de gran impacto. De repente supe lo que era tocar un medio de transporte publico, aunque fue en muy pocas ocasiones, la incomodidad reinaba en mi vida en los minutos en los que me encontraba dentro de estos. Así, fue un cambio de vida un poco brusco que marco mi vida.
Es así que considero este evento como una experiencia de la cual aprendí muchas cosas y que hoy día me son útil, me ayudo a darle objetividad a las cosas y a desechar cosas que no son de mayor utilidad.
Esta vida que podría ser considerada como perfecta no me iba a durar mucho. El negocio familiar, una cadena de super mercados, se comenzó a venir a pique cuando las malas decisiones y la mala administración fueron el pan de cada día de la familia.
A raíz de ese suceso los cambios que se vinieron fueron diversos y de gran magnitud. Los antojos que tenia comenzaron a disminuir porque ya no se me cumplían en la misma medida. El traslado a otro barrio quizás fue uno de los mas fuertes, dejar a muchos de mis amigos y encontrarme con personas un poco distintas a lo acostumbrado fue de gran impacto. De repente supe lo que era tocar un medio de transporte publico, aunque fue en muy pocas ocasiones, la incomodidad reinaba en mi vida en los minutos en los que me encontraba dentro de estos. Así, fue un cambio de vida un poco brusco que marco mi vida.
Es así que considero este evento como una experiencia de la cual aprendí muchas cosas y que hoy día me son útil, me ayudo a darle objetividad a las cosas y a desechar cosas que no son de mayor utilidad.
Aquel dolor
No es grato escribir
sobre sucesos que implican tristeza pues como se dijo “recordar es vivir” y
recordar una tristeza es volverla a vivir por mas que haya pasado el tiempo o
por mas que se crea superado…
Mi abuela –Mariela
Prado Gonzles-, desde donde puedo evocar recuerdos, siempre estuvo presente en
mi vida. Durante mi niñez, hizo parte esencial en mi crianza tanto personal
como educativa, aunque algo conservadora, siempre con el fin ultimo de querer
hacer de mi un joven lleno de valores y buenos modales; mantenía constantemente
con ella, de arriba pa’ abajo como tan concurridamente se dice, , hablando,
contándome historia sobre su vida y sobre la familia en general especialmente
de mi mamá, alguna veces regañandome otras simplemente peleando y muy pocas en
donde no nos dirigíamos la palabra por una de mis rabietas y ella actuaba como
si no le importara y yo haciéndome el orgulloso. En la época del florecimiento hormonal,
la rebeldía mas grave, las decisiones apresuradas e inconscientes, en fin, me
distancie un poco de ella, pues mantenía mucho mas tiempo con mis amigos, hacia
cosas que sabia que de alguna manera no le iban a gustar, le llevaba la
contraria en todo e igualmente ya no podíamos salir con la misma constancia con
la que lo hacíamos antes porque las enfermedades le habían tocado la puerta.
Mi abuela dada la
edad que tenia comenzó a presentar diferentes enfermedades que la fueron
deteriorando poco a poco tanto física como espiritualmente pues sus ganas de
vivir cada día fueron disminuyendo. Por un lado, los problemas en los huesos
que presentaba desde muy joven se incrementaron y los dolores cada día eran mas
fuertes y los días acostada en una cama cada vez mas eternos. Por otro lado,
una bacteria en la sangre afecto sus riñones y pulmones. Así, la esperanza de
vida era cada vez menor.
Aquel 16 de
septiembre del 2014 lo que no quería oír llego a mis oídos, había fallecido.
Creo que nunca voy a superar su muerte pues cada vez que la recuerdo es como si
la estuviera volviendo a ver en aquel cajón con los labios rojitos, los pómulos
rojitos pero sin ella estar ahí.
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